viernes, 11 de abril de 2008

De Parto

Hace tiempo que tengo asumido que, dada mi condición de hombre, nunca podré sentir en mis carnes lo que supone dar a luz. Arnold lo hizo, sí, pero no cuenta; Arnold es un jefe y puede hacer lo que le salga de las pelotas.

Aún así, hoy tengo un parto entre manos.

La vida se compone de ciclos. Naces, creces, te la pelas, te hipotecas y acabas en el hoyo (o hecho cenizas y esparcido por el aire) como todo hijo de vecino; mientras este absurdo -e inevitable- loop de lo humano sucede, sobrevives al tedio vital conformando pequeños momentos de ocio entre un bloque de rutina y el siguiente. La magnitud y frecuencia de estos breaks viene dada por muchos factores, pero es impepinable el hecho de que cada uno de nosotros tiene, como mínimo, una válvula de escape que aflojar de vez en cuando.

Los que me conocen saben que tengo la mala costumbre de dispersar mis esfuerzos intelectuales en dos millones de direcciones distintas; el viejo dicho que reza “quien mucho abarca, poco aprieta” tomó forma carnal en un servidor hace mucho tiempo. Esta imposibilidad de centrarme en algo ha hecho que, a mis treinta años, siga sin tener titulación universitaria -y por ende me haya cerrado yo solito unas pocas puertas profesionales, aún sabiendo que vivimos en un país afectado de titulitis-, carné de conducir, piso de propiedad y todas esas cosas que simbolizan eso que nuestros mayores definieron como “sentar cabeza”. Es precisamente esa falta de objetivos “serios” la que ha hecho que mi vida haya desembocado en un viaje sin retorno hacia el hedonismo más llano; me he pasado mi vida entera absorbiendo música, películas, tebeos, televisión y libros de toda índole por puro y simple PLACER. Y desde el advenimiento de las redes sociales, la posibilidad de exponer y compartir con el mundo mis pequeños orgasmos audiovisuales, mis desavenencias con la humanidad y, en definitiva, mis pajas mentales, ha sido una tentación demasiado grande como para no aprovecharla.

Durante cerca de tres años, estuve haciendo stripteases cerebrales -o exhibicionismo puro y duro, como queráis- en un fotolog. Gracias a la mano negra de algún simpático chavalote con tiempo libre y ganas de tocar los cojones, los administradores de Fotolog han decidido cerrar mi cuenta. Tres años de actualizaciones casi diarias; tres años de risas y lamentos, de momentos altos y bajos; tres años de dar y recibir consejos, recomendaciones musicales y de ampliar el círculo de amistades mucho más allá de lo que imaginaba. Tres años que se han ido a tomar por el culo gracias a la mala fe de algún desgraciado (o desgraciada, el hijoputismo no entiende de sexos) sólo con el gesto de clicar el ratón.

Me sorprende a mí mismo el hecho de no sentirme tan disgustado como debería, tras haber perdido por la jeta tres años de información personal. Pero como ya he dicho antes, creo firmemente que la vida se compone de ciclos. Y posiblemente el inesperado cierre de mi fotolog ha sido la señal necesaria para darme cuenta de que un ciclo ha acabado, y otro empieza. Eso, y que hoy me ha llegado un sms de Jordi, un amigo de mi adolescencia, que me daba la buenísima noticia del nacimiento de su primera hija, a la que le han puesto el precioso nombre de Edith.

La puntilla final a todo el asunto ha sido encontrar por casualidad el nombre perfecto para esta nueva aventurilla. Buscando alguna expresión que definiese el hedonismo en estado puro, he recordado una frase que mi gran amigo Ricard -alias Rikitaun- me dijo en su día y que debería llevar, como mínimo, tatuada en el pecho a la inversa para acordarme de esa máxima cada vez que me miro al espejo: “Que me bailen lo quitao”.

Gràcies Riki per la inspiració, el projecte segueix endavant i això és només el començament. Tenim molt de temps per liar-la plegats a internet!

Es por esas pequeñas cosas, en resumen, que he decidido que mis nuevas andaduras en el mundo de las bitácoras empiecen aquí, fuera del círculo fotologuero. Cambio de comunidad, y ahora debo presentarme a los vecinos.

Hola, me llamo David Guerra y he venido a pasar un rato con vosotros.

¡Nos leemos!

Guerra
iTunes: “Chain Gang Blues”, Big Joe Williams